MANIFIESTO
POR LA CULTURA CHURRA Y SU TERRITORIO
La
cultura churra es patrimonio común nuestro, forma parte de la
identidad y dignidad de nosotros, de nuestras siete comarcas, tanto
valencianas como aragonesas; es un bien simbólico y un derecho; así
como un factor decisivo para el desarrollo integral y sostenible de
nuestros pueblos. La valorización de nuestra cultura es
indispensable para que la tierra en que vivimos prospere
económicamente.
Ese
bien cultural tiene una importante dimensión pública y ciudadana.
Su desarrollo y puesta en valor deben ser una prioridad política, ya
que pueden ligarse a sectores como el turismo, la educación y el
desarrollo local, así como a conceptos tan sensibles y esenciales
como el paisaje, la memoria colectiva, el desarrollo personal o
nuestra identidad.
La
gestión prudente del territorio debe convertirse en el elemento
central de debate ciudadano. Un debate democrático en el que
participemos todos, especialmente aquellos que menos capacidad tienen
para hacer oír su voz. Es imprescindible que tomemos conciencia de
que, el mal uso o desgobierno acarrea grandes costes ambientales,
económicos y sociales. Sólo así aprovecharemos las grandes
potencialidades de que goza nuestro territorio. El buen gobierno de
nuestros pueblos, es responsabilidad de todos. Por ello debe
convertirse en un tema político de primer orden, entendiendo por
político no únicamente la práctica institucional o partidaria,
sino también el compromiso del conjunto de los ciudadanos. Cada una
y cada uno de nosotros tenemos derecho a vivir en un ámbito digno,
sano y bello, herencia de nuestros antepasados, pero también tenemos
el deber de cuidarlo y de exigir que velen por él quienes tienen la
representación de la sociedad. En ese contexto debemos de saludar
con optimismo el incremento de las asociaciones y entidades que
pugnan por preservar determinados espacios. Pero debemos ser capaces
de dar a estos movimientos no sólo un carácter defensivo y “local”,
sino también propositivo y general, que haga prevalecer los valores
de la sostenibilidad ambiental, la gobernabilidad funcional y la
preservación de nuestra cultura.
La
tierra churra debe ser entendida como recurso, pero también como
cultura, historia, memoria colectiva, referente identitario, bien
público, espacio de solidaridad y legado. Debemos tener como primera
preocupación encontrar la forma para que, en cada pueblo, la
colectividad pueda disfrutar de los recursos del territorio y
preservar sus valores para las generaciones presentes y venideras.
Nosotros mismos somos quienes vivimos aquí y los que conocemos
nuestra tierra, los que sabemos cómo preservarla y los que tenemos
conciencia de la realidad diaria.
Las
actuaciones tales como urbanización, obras públicas, extracción de
minerales, roturaciones, forestaciones, etc. tienen habitualmente
consecuencias irreversibles. Por ello, deben realizarse con
conciencia de dicha complejidad y evaluando previamente las múltiples
repercusiones posibles. El valor ambiental y el potencial
paisajístico de nuestras comarcas debemos preservarlo por encima de
todo. Es parte de nuestra identidad y nuestra economía. Disponer de
un entorno de calidad no sólo evita daños ambientales, sino que
también confiere valor añadido a los servicios, en particular los
turísticos, básicos para la economía churra. La gestión
sostenible del territorio es ciertamente una obligación social y
ambiental, exigible a nuestros gobernantes. Esta situación sólo
será posible a través de una adecuada política de ordenación del
territorio, que tienda a potenciar la repoblación y el
antienvejecimiento de las comarcas churras y a fomentar nuestro
desarrollo. Ese desarrollo económico y social tiene diferencias
entre comarcas, pero por lo general, se caracteriza por un bajo nivel
de infraestructuras, una actividad industrial y comercial más baja,
y un sector primario en retroceso. A pesar de esto, la gran
potencialidad que tenemos, bien encauzada, puede llevarnos, a medio
plazo, a revitalizar nuestra preciosa tierra.
Las
actividades agrícolas, ganaderas y forestales contribuyen al
mantenimiento de los ecosistemas naturales, que son la base de la
demanda turística, y se debe garantizar su viabilidad y permanencia
para asegurar el éxito de la oferta turística real.
Desgraciadamente, en los últimos 30 años, ha habido un grave
incremento tanto del número de incendios como de la superficie
incendiada, provocando importantes daños a nuestros bosques, en
parte a la falta de gestión y mantenimiento, en muchos casos, de
nuestros montes.
Todos
tenemos una responsabilidad con nuestra cultura y nuestra
tierra, la tierra de nuestros padres y madres, de nuestros abuelos y
abuelas. Responsabilidad que implica participar activamente en
defender lo nuestro y en elegir a las personas más capaces para que
nos representen.
Nuestra
cultura es, en líneas generales, diferente a la dominante en las
comarcas que nos rodean. Debemos apoyarla, respetarla, potenciarla
para nosotros mismos y las generaciones futuras y exigir, con el
máximo respeto, ese reconocimiento cultural y lingüístico
diferencial nuestro. Debemos sentirnos orgullosos de nuestra cultura
churra, de la manera tan peculiar de hablar que nos ha mantenido viva
esa identidad,
de nuestros montes, nuestro modo de vida y, sobre todo, de nosotros
mismos.
ESPLANICÁ
POR LA CULTURA CHURRA Y'EL TERRITORIO
La
cultura churra es patremonio cumún nuestro, froma parte de la
edentidá y dinnidá de nusotros, de las siete rodalás nuestras,
tanto valencianas como aragonesas; es un bien simbolico y'un drecho;
asina como un lemento dicisivo pa la esporriná entegral y'aparable
de los lugares nuestros. La valorización de la cultura churra es
indespensable pa que la tierra'n la cuala vivimos esporrine
colomicamente.
Ise
bien cultural tié una grandaria publica y ciudadana improtante. La
esporriná suya y ponía'n valor han de ser un acudidero pulitico, ya
que puén auni-se a setores como el torismo, la educación y la
desembolicá local, asina como a terminos tan sensibles y
jundamentales como l'anvista, la retentiva coletiva, la esporriná
presonal u la edentidá nuestra.
La
espolzá prudente del territorio ha de converti-se n'el lemento
central del debate ciudadano. Un debate democratico n'el cualo
partecipemos tos, n'especial aquellos que menos capación tién por
hacer sintir la voz suya. Es imprescindible que prenemos concencia de
que, l'emplego malo u esgubierno carría grandes esabejeus
ambientales, colomicos y sociales. Namás asina engranaremos las
potencialidades la más de grandes de que goza'l territorio nuestro.
El güen gubierno de los monecipios nuestros, es risponsabilidá de
tos. Puillo ha de converti-se'n un tema pulitico d'ordin primer,
antendiendo por pulitico no nomás la platica estitucional u
partidaria, sinós tamién el compromís del conjunto los ciudadanos.
Casguna y casguno de nusotros tenemos drecho a vivir en un ambiente
dinno, esporrinau y políu, hijuela de los antempasaus nuestros, a fé
que tamién tenemos el deber de cuidialo y de desigir que vilen por
él lus que tién la represientación de la sociedá. N'ise contexto
habemos de saludar con alcontentá l'aumento las asociaciones y
intidás que puldian por previnir siñalaus espacios. Pero habemos de
tener capación por dar a istos movimientos no namás un carater
esfensivo y “local”, sinós tamién propositivo y cheneral,
c'haga prevalecer las valores de l'aparabilidá ambiental, la
gubernabilidad fuincional y la preservación de la cultura nuestra.
La
tierra churra ha de ser compriendía como jarcia, pero tamién como
cultura, estoria, retentiva coletiva, referiente edentitario, bien
publico, espacio de solidaridá y dijau. Habemos de tener como
amuinamiento primer alcuentrar la froma pa que, en cada lugar, la
coletividá pua esfrutar de las jarcias del territorio y preservar
las valores suyas pa las cheneraciones presientes y'esvenideras.
Nusotros mesmos semos lus cualos vivimos aquí y lus que tenemos
conocencia de la tierra nuestra, lus que sabemos cómo preserva-la y
lus que tenemos concencia de la ralidá diaria.
Las
atuaciones tar como urbanización, obras publicas, estrayición de
menerales, cotanaciones, forestaciones, ect., tién, d'ordinario,
consicuencias inreversibles. Por illo, han de raliza-se con concencia
de dita enredá y'avaluando enantes las multiples repercusiones
posibles. La valor ambiental y'el potencial anvistico de las rodalás
nuestras habemos de preserva-lo por anzima to. Es parte de la
edentidá y la colomía nuestras. Aviar d'unas redolás de calidá no
namás escusa males ambientales, sinós que tamién confere valor
añidía a los servicios, en particurar los toristicos, basicos pa la
colomía churra. La esporriná aparable del territorio es
diciertamente una empelecá social y'ambiental, desigible a los
gubernantes nuestros. Iste percal namás será posible a través
d'una adecuá pulitica d'ordinación del territorio, que tenda a
potenciar la repueblación y'el antireviejimiento de las rodalás
churras y'a fomentar la esporriná nuestra. Isa esporriná colomica y
social tié diferiencias dentre rodalás, pero fricuentemente,
s'alcuentra caraterizá por una ran baja d'infrastruturas, una
espenta endustrial y comercial más baja, y'un setor primarenco'n
reblá. A pesar d'isto, la gran potencialidá que tenemos, bien
encalizá, puá lleva-nos, a midio plazo, a revitalizar la rebonica
tierra nuestra.
Las
atividás agricolas, ganaderas y forestales contribuyen a la
mantenencia de los cosistemas naturales, que son el jundamento de la
demanda toristica, y s'ha de guarantizar la viabilidá y premanencia
suyas por asegurar l'éxito de la ufierta toristica ral.
Disgraciadamente, en los zagueros 30 años, ha habío un grave
aumento tanto del lumero de quemas forestales como de la supreficie
quemá, prevocando males improtantes a los bosques nuestros, en parte
a la manca de chestación y mantenencia, en munchos acomodos, de los
montes nuestros.
Tos
tenemos una risponsabilidá con la cultura y la tierra nuestra, la
tierra de los pares y mares nuestras, de los agüelos y'agüelas
nuestras. Risponsabilidá de partecipar ativamente n'esfender lo
nuestro y n'estrigar a las presonas más capables pa que nus
represienten.
La
cultura nuestra es, en linias chenerales, deversa a la dominante'n
las rodalás que nus arrodían. Habemos de recolza-la, respeta-la y
potencia-la pa nusotros mesmos y las cheneraciones vinideras. Habemos
de sinti-nos argullosos de la cultura churra nuestra, de la maniera
tan pecuriar de charrar que nus ha mantenío viva isa edentidá,
de los montes nuestros, del modo de vida nuestro y, más que más, de
nusotros mesmos.
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